Hace unos días vino mi familia a verme ¿sabéis?.
Y no sabéis lo extraño que resulta el convivir en la que es tu nueva casa con tu "casa", con esa casa en forma de 4 personas que son parte de tu vida, tu familia.
Papá, mamá, la pelirroja y el pelirrojo.
Qué es enseñarles lo que ves cada día, lo que ellos no habían visto nunca. Qué es desayunar con ellos, para luego decirles que es el primer desayuno en condiciones que has tomado desde su llegada. Lo mismo con las comidas.
Esto es salvaje, amigos, vivimos con poco, aprendemos muchísimo.
Y se fueron, y seguimos viviendo la vida, que elegí tenerla aquí.
Probablemente pienses que estoy apenado o deprimido. Para nada. Cosas como éstas son las que hacen que tengas más ganas de vivir el presente, de vivir Padova, pues sabes que, en menos de un mes, estarás en casa, en tu casa, comiendo banquetes navideños, dulces, y más dulces.
Todo pasa, y esto está pasando, ante nuestros ojos, y se debe vivir. Pues cuando menos nos lo esperemos, estaremos dejando nuestra casa, esta casa, la casa que realmente me ha enseñado a cocinar, a madurar, a echar de menos y a independizarme.
Todo pasa, y todo queda.
Y para quien quiera sentirse un poquito como yo, Nils Frahm.
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