1.056 horas sin oler a hogar, aunque ciertamente puedo decir que todo esto comienza a ser algo ya familiar para mí.
Uno se va de Erasmus y piensa en cientos de
cosas positivas, el Erasmus es maravilloso: independencia, novedad, nuevas relaciones, fiesta, viajar (siempre
viajar), conocer, madurar...una
nueva vida al fin y al cabo. ¿O no es eso lo que buscamos al fin y al cabo cuando decidimos mudarnos a una ciudad desconocida sin tu gente de siempre?
Es una
experiencia. Sí. Un
camino constante de maduración y de darte cuenta de que eras mejor hijo de lo que pensabas, de que puedes lavarte los calzoncillos tú solo mientras haces la cena para
5 bocas hambrientas que, riendo, te gritan que vuelvas a la mesa a terminarte el
lambrusco dell´Emilia con ellos. Terminar de cenar y sí,
lavar los cacharros al momento, increíble.
En estos
63.360 minutos me he dado cuenta de muchas cosas. De que el tiempo pasa volando y de que nunca tendrás una agenda tan grande para todos los
planes que puedes hacer. He comprendido y encontrado la necesidad de aprovechar este año como un viaje,
conocer. Un ideal que se ve confrontado con mi necesidad de
afincarme como un padovano, de descubrir a fondo todo lo que me queda de esta ciudad, de encontrar mis rincones, mis olores y sabores. De arraigarme y de instaurar que nadie me va a mover de aquí.
¿Tiempo para
viajar? De acuerdo. Para final de noviembre me vuelvo hacia Wroclaw, esta vez para volver a visitar Praga, encontrarme con Karlovy Vary y qué sé yo más
rinconces checos.
Pero no solo eso queridos, tres días después de llegar me voy de
tour MB con mi primo, que está viviendo en Vilnius, por los
países bálticos, Lituania, Letonia y Estonia.
Wonderful a más no poder.
Pero queridas, queridos, el Erasmus trae consigo
cosas negativas, o mejor dicho, cosas que van a pesar sobre tu alma los 7 días de cada semana.
Para empezar, y como es lógico, un cambio de ciudad suele implicar un
cambio de gente que te rodea, y esa falta de tus
colegas de siempre va a ser muy difícilmente reemplazable. Ese apoyo de tu
familia, cariño, seguridad que tanto nos gusta...se va a venir resumida en conversaciones de whatsapp, notas de voz y algún skype de corta duración porque tus padres te verán
más pixelado que a un minecraft de esos. Falta también de
ella, que viene y va, que voy y vengo, y que siempre está.
Mis gatos, sí, también les echo mucho de menos y el pequeño se ha puesto muy gordo en mi ausencia por lo que veo en las fotos. Pinchar y poner música para la gente,
Nylon y la noche valenciana. Mataría por una
horchata, joder. Una
paella.
Por echar de menos, echo de menos hasta el
calor insoportable de Valencia en un julio, o el que hace ahora vamos, que los 20º de allí comparados con los 8º de aquí no son nada. Bueno, no, amo el frío, y eso lo agradesco :3
Otra gran dificultad que tendréis muchos será el del
dinero. Problemón. Porque vais a acabar hartos de pedir dinero a los papás y de
cagaros en la ayuda de la UE que
no llegará hasta que los Lannister se hayan extinguido, y a mí aún no me ha llegado.
Pobres papás, de verdad, un
aplauso por ellos.
Tengo otro gran problema por aquí, y es que, no sé si es Italia o soy yo viviendo solo, pero aquí me resulta muy difícil
madrugar, complicado.
Yepa, pero no penséis que me paso el día en la cama, 10:30 arriba como tarde, jum.
Un tema más y termino, por no desmotivar. El
learning agreement, o contrato de estudios. El tener que ir a
buscar a todos los profesores uno por uno para ver si es lo suficientemente
blandongo y benevolente con los erasmus para apuntarse a sus clases. Me falta por cerrar al maromo de Diritto Penale, al que voy a ir a buscar ya mismo. A ver si aparece el cabrón.
Pero no,
no estoy triste.
Echo de menos porque hay mil cosas que me importan allí en España, y en Polonia hay otra que también me importa muy mucho, pero que sé que volverán, que no se van a ir, que las tendré de nuevo. Y por ello hay que aprovechar esta oportunidad fuera, lejos de casa.
Exprimir la vivencia al 100% y seguir creciendo.
 |
| Via del Santo |
Ah, y por cierto, menos mal que avisé que iba a escribir cuando me diera la real gana... ¡con calma!